viernes, 21 de diciembre de 2007

Es cuando...

Es cuando me doy cuenta que nunca me divertí tanto, ni me sentí tan orgulloso en ningun concierto.
Es cuando me doy cuenta que ni futuri incierto ni green day me pueden hacer disfrutar tanto del punk rock, aunque tu le llames power pop.
Es cuando me di cuenta que a las justas escuchaba tu voz, sin embargo muy fuerte en mi cabeza retumbaba cada palabra, cada frase, escrita por un primo nuestro o lo que me hace sentir mas orgulloso, escrito por ti misma.
Es cuando la bulla de un local acústicamente atroz, me hacia recordar cada "unga", porque sería mentira decir que de chiquita llorabas diciendo "agu" como cualquir bebe normal.
Es cuando aplaudi tanto que las manos me terminaron latiendo como cuando en el colegio no hacia mis tareas de matemática.
Es cuando Natalia gritó su clásico "wuuuuu" que a veces me desquicia, como cuando lo gritó en un gol de ecuadro a perú en el estadio, y no me imcomodo, es mas, lo grite yo tambien.
Es la que que el bernabé escucho la mejor musica del mundo, incluso mejor que la vez que yo mismo toque ahi.
Es cuando me di cuenta que necesitaria un babero tan grande como el polo de inka kola que decia que se veia desde el espacio, para poder babear ahi todo el orgullo ajeno, que recien esta noche pude realmente entender el significado y saber que de alguna manera algo de lo que he hecho en mi vida, ha influenciado en ti.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Nunca te mueras

Decir que los ánimos estaban mejores era sumamente tonto, pero siendo tonto, en apariencia lo estaban.
Estar en el velorio de mi abuelo era algo que en realidad para mi era increíble. No terminaba de entender como ese señor que apenas dos días antes estaba bailando en el cumpleaños de su esposa, estaba echado en ese cajón, con un semblante de tranquilidad y paz infinita, como si estuviera durmiendo, como si estuviera esperando que comience a golpear la puerta de la cochera con la pelota para salir por su ventana y gritarnos que nos vayamos a jugar futbol al parque.

Mis ojos aun estaban rojos. Esa noche no pude dormir recordando tantas cosas que pase con mi abuelo, tantas vueltas por el perejil para ir a comprar churros y comerlos antes de regresar a la casa para no invitar a nadie, tantas historias, tantas. Miraba para un lado y solo podía ver a mis tías abrazadas, llorando, de negro, tristes, de negro, inconsolables, de negro.

Recuerdo que no me quise acercar a ellas porque estaba seguro que me sentiría peor, me sentiría muy mal, es mas, de repente empezaría a llorar en ese momento, cosa que no quería hacer porque supuestamente tenia que estar tranquilo por ellas, por mi abuela, por mi papá, aunque la procesión valla por dentro.

Me acerque al cajón por última vez. Aun recuerdo claramente ese olor tan característico que tenia, que por no incomodar o no se por que, nunca me atreví a preguntar que era; sin embargo, lo he sentido en otras ocasiones después. Ya no quería ver más su rostro, no quería saber que no se iba a despertar más. Decidí salir.

Saliendo vi a mi papá parado en la puerta, recibiendo saludos de sus amigos, de muchos conocidos, de mas gente triste que nunca estaría tan triste como él en esos momentos, pero que parecían algo acongojados. Espere que terminen de saludarlo y cuando me iba a dirigir hacia él comenzó a caminar sin rumbo.

Parado en la puerta del velatorio, lo vi prender un cigarro, sacarse los lentes oscuros, limpiarse los ojos con su pañuelo y seguir fumando con la mirada perdida, con la vida ida, con las ganas tan por los suelos que en sus torpes pasos del momento parecía tropezarse con ellas.

En ese momento fue cuando a cierta medida descubrí un poco cual podría ser la verdadera magnitud de lo que él estaba sintiendo. Si bien mi abuelo había muerto y me sentía muy triste por eso, no se comparaba al sentimiento que acababa de descubrir al ver a mi padre llorando. Al ver llorar a ese señor que toda la vida fue tan fuerte y sólo se comparaba con los superhéroes de la televisión, me entró un escalofrío que nunca olvidare.

Caminó hacia debajo de un puente que estaba cerca y lo seguí. Cuando estuve cerca de él, boto su cigarro, nuevamente levanto los lentes que le tapaban los ojos rojos y los limpio con su pañuelo. Se colocó nuevamente los lentes y fue ahí cuando se dio cuenta que estaba a su lado.

Recuerdo que lo abrace muy fuerte y él lo hizo también. Mi cabeza, que en ese entonces apenas llegaba a su pecho, no entendía, no entendió ni quería entender que pasaba. Me separe un poco para mirarlo y trato es esbozar una sonrisa, de gratitud, de cariño, no se de que. Lo abrace de nuevo y le dije: “nunca te mueras”; y el me abrazó mas fuerte aun respondiendo: “no lo haré”.

No recuerdo cuanto tiempo mas estuvimos abrazados, dos, diez o mil minutos más. Solo recuerdo que luego de eso caminamos al velatorio y en mi cabeza prefería creer que ese “no lo haré” seria cierto y que nunca te morirías, en ese momento necesitaba sentirlo así.

Hoy, mas de diez años después de eso, todavía recuerdo esas palabras y cada vez que te abrazo, cuando ahora es tu cabeza la que apenas me llega al pecho, sonrío siempre teniendo la leve esperanza que esa promesa se cumplirá y que nunca te morirás.

jueves, 6 de diciembre de 2007

9290

Ayer, fisgoneando un correo electrónico, encontre uno que llamo mi atención. Decía que por medio de este podrías saber quien habias sido en tu vida pasada
La verdad no le hago mucho caso a esos correos, a menos que sean de mi tía Monica o de mi madre, que siempre me hacen reir con sus mails.
Al abrirlo descubrí que, Oh sopresa, ayer había cumplido 9289 días sobre la faz de la tierra, y que, buscando excusa para celebrar algo, hoy dia cumplía 9290 días de vida.
La mañana no ha sido muy alentadora. Después de una pequeña recriminada, aunque totalmente justificada, me sente, busque en mi correo las mas de mil fotos que tengo, las mire, escuche las 200 canciones mias que tengo en el mismo mail. No esta demás mencionar, que también leí todo lo que he escrito durante los dos ultimos años y que religiosamente al terminar, mando a mi correo.
De todo eso salió esto.

9290

TANTAS COSAS QUE HE VIVIDO
ENTRE TANTOS SIN SENTIDOS
VOY REDESCUBRIENDO EL MUNDO
TAL CUAL UN RECIEN NACIDO

MIRANDO FOTOGRAFIAS
ESCUCHANDO MELODIAS
EN TARDES DE TIBIO SOL
NOCHES DE MUSICA Y ALCOHOL

FUI FORMANDO LO QUE SOY
Y YO ORGULLOSO ESTOY
NO EXISTEN LOS LIMITES
TENGO TODO A MI FAVOR

FANTASEANDO EN ESQUINAS
DISFRUTANDO CONVERSACIONES
SOBRE ACORDES Y COLORES
QUE HAY SOLO PARA MI

SIGUEN PASANDO LOS DIAS
YA SIN PASOS TAN PERDIDOS
SIGO SONRIENDO EL CIELO GRIS
AUN QUEDA MUCHO POR VIVIR

martes, 27 de noviembre de 2007

Cuando hay ganas de recordar (1)

Cuando iremos nuevamente a montar caballos a cieneguilla, pasando el puente, donde en la carreta lloraré porque les temo a los caballos mientras todos se ríen de mí. Donde tendremos que aguantar el olor a diablos porque al caballo se le ocurrió levantar la cola para cagar a mitad del paseo, dándole a Natalia ganas de vomitar y así, empeorar el olor hasta que terminé vomitando yo mientras todos nuevamente ríen de mí.

Cuando regresaremos a ese lugar junto al río, donde acababa la pista y hacíamos parrilladas con la reja de la cocina de la tía Gina. Donde mientras nosotros jugábamos en ese paraíso con piso de piedras, nuestros padres preparaban la comida, entre cervezas, risas y música con la que hasta hoy nos hacen disfrutar en sus cumpleaños.

Cuando regresaran esos veranos en San Bartolo, cuando el abuelo Leo renegaba por la bulla y yo, sin saber hablar, guiaba a mi tía Amelia porque no recordaba donde quedaba la casa. Esos veranos que con Natalia atrapábamos pescaditos en nuestro balde y los hacíamos vivir en el inodoro del baño hasta que mi papá orinaba en la noche y, sin darse cuenta, los hacia desfilar hacia el desagüe tras jalar la palanca.

Cuando regresaremos a los paltos a jugar al Reino Sireniso con Natalia, Geral y Jackie; mientras la gente se queja porque nuestro reino es el campo de minigolf. Ese lugar llamado paltos, donde veremos a nuestro tío Pepe perseguir a tropezones al perro afgano que se robo un pollo de la parrilla.

Cuando subiremos a la camioneta roja del tío Pepe e iremos al silencio, para ver una cadena humana de nuestros tíos borrachos y tratando de sacar al mas borracho de todos que se esta ahogando en la orilla. Aquel silencio donde escuchábamos la Lambada mientras caía la noche porque nuestros tíos, borrachos, se pelearon con un grupo de chicos que trajeron refuerzos, por lo que se vieron obligados a esconderse durante horas en el mar.

Cuando volveremos a Lunahuana a escuchar a ese señor que canta las canciones de Silvio Rodríguez en la fogata. Donde conocimos al gerente general de piso pack y nos hablaba, absolutamente ebrio, de lo estúpido que era su hijo; mientras Rafael y yo le dábamos consejos sobre la paternidad, a pesar de se un par de imberbes de 19 años. La misma Luanahuna donde esa noche fuimos a la vendimia a probar todos los vinos posibles, nos emborrachamos y luego lloramos la ausencia de nuestras enamoradas abrazados a las orillas de un lago artificial de donde temimos que salga Godzilla.

Cuado viajaremos de otra vez a tarma, para que Andrés muera de soroche en tíclio y luego en el hotel no durmamos por miedo al hombre del espejo. Para que cuando estemos en el observatorio, con Geral veamos una estrella fugaz y para que en la plaza de armas, en medio de los fuegos artificiales de 28 de julio, le confiese a mi papá que no quería estudiar lo que estudiaba. Para que Natalia me regale esa foto del cuadro del que me enamoré.

Cuando…

lunes, 19 de noviembre de 2007

Don Jesú y sus conejos



Don Jesús siempre fue un buen hombre hasta el día que dejo de serlo. El Jésu, como le decían todos por la calle, salía cual sol por las mañanas a comprar el pan en la panadería de la esquina. Siempre bien abrigado con un casacón térmico, una boina que le cubría el poco pelo que le quedaba y las medias de lana que usaba con sus pantuflas.



El primero en recibir su saludo era el señor Juan, el eterno vigilante de la calle que vio mis primeros y torpes pasos, y que en algunas madrugadas aun los ve, pero ahora afectados por alguna cerveza. El breve intercambio de palabras era interrumpido por el apuro que tenia Jésu por ir a la panadería, pues siempre quería llegar a la hora que salga el pan caliente, para poder llevárselos a la señora Ruth, su esposa y compañera por mas de treinta años.



Durante muchos años, mientras viví en la casa de mi abuela, Don Jesú me pareció una persona agradable. Siempre sonriéndoles a todas las personas, saludando a quien se cruce en su camino, preguntándome mil veces como me iba en el colegio o si había metido algún gol en el recreo.
Las misas del domingo, en esas épocas que yo era torturado para ir, siempre el mas animado en cantar era él, “el hombre de los conejitos” como le decíamos con mis amigos porque siempre tenia conejos en su casa, que en un principios pensábamos que era uno solo, pero luego vimos que siempre tenia nuevos.



Pasaron un par de años y me mude de la casa de mi abuela. En realidad ese acto de mudarse y tener que dejar todo un “mundo” atrás para mi no fue tan pesado, porque lo único que hicimos fue mover nuestras cosas al edificio que estaba al costado de la casa de mi abuela, exactamente al frente de la casa de don Jesú.



Vivir en un cuarto piso era un cambio radical desde el comparar la vista que teníamos de la ventana, hasta el hecho de tener que subir todos los días cuatro pisos porque no había ascensor. La casa nos había recibido bien, era muy cómoda, con habitaciones espaciosas, una gran sala, un comedor bonito y lo más importante: grandes ventanas para poder ver todo alrededor.



En un principio las ventanas solo servían para dejar entrar al sol o viento, hasta que un día, mirando y fisgoneando las casas vecinas descubrí un hecho que tiro por los suelos toda la reputación de don Jesú, al menos para mi así fue. El señor de los conejitos, el gran cantante de canciones de iglesia que siempre se rajaba las vestiduras por lo moral y que se quejaba de cómo la juventud se había convertido en una sarta de violentos y locos, revelo su identidad frente a mis ojos.



Una mañana muy temprano, casi cuando recién acababa de salir el sol, escuche un leve quejido. Mire por la ventana de mi cuarto y al no lograr observar algo me acosté de nuevo. La segunda vez que escuche el quejido me desperté y caminé hacia la sala. Por algún momento pensé que podría ser dentro de mi casa, pero al peinar todo el territorio hogareño matutino y no hallar respuesta, me dirigí a la ventana.



Al ver la azotea de la casa de don Jésu el leve quejido que escuchaba comenzó a escucharse cada vez más y mas fuerte hasta aturdirme y hacerme cerrar los ojos. Jésu, con un cuchillo en sus manos, cortaba el cuello de uno de los conejos con los que siempre lo veíamos en el jardincito de su casa, uno de sus conejitos, los culpables de que le digamos el señor de los conejitos.



Cuando deje de escuchar el quejido, nuevamente mire la ahora azotea maldita para mi. Estaba don Jésu feliz, fumando un cigarro, con el conejo muerto en una mesa a su lado y con la piel de varios mas colgados en el cordel de la ropa. Las gotas de sangre chorreando, teñían su piso de hipocresía, la misma hipocresía con la que decía ser vegetariano y nos recomendaba cuidar a nuestros perros porque los animales son iguales que nosotros y además son nuestros mejores amigos.



Lo odie desde ese día. Nunca más lo salude en la calle. Muchas mañanas después seguí escuchando esos quejidos. Algunas veces incluso me dolían a mí o fueron causante de fastidiosas noches de pesadillas.



Unos meses después, una mañana me desperté con otro tipo de quejidos. Esta ves eran los gritos de Doña Ruth, quien lloraba en el jardín del frente de su casa junto al cuerpo de Don Jesú. Él, muerto, tieso, frío, con un cuchillo ensangrentado en la mano, no se movía.



Baje con mi madre a ver lo que había ocurrido. Don Jesú había caído desde el tercer piso de su casa y con el cuchillo que tenia en la mano se había cortado un poco el estomago. Doña Ruth seguía llorando a su lado, con sus manos de sangre, sin consuelo alguno posible. Llego la policía.



En la azotea maldita encontraron un conejo con la pata rota, al parecer, Don Jesú lo habría pisado y se habría tropezado, cayendo y sobrepasando el pequeño muro que tenia el tercer piso de su casa, hasta llegar al jardín con todo el peso de la gravedad.



Una semana después, doña Ruth al verme pasar, me regalo el conejito con la pata rota. No lo quería tener porque le hacia recordar a su esposo. Lo conserve conmigo y le puse de nombre “vengador”, porque considero que el vengó la muerte de todos sus hermanos conejos haciendo tropezar a don Jesú.



Algunas veces, y de manera incomprensible todavía para mi porque un conejo no creo que pueda saltar un metro , lo encuentro en la ventana de la sala, mirando la azotea maldita, donde hizo tropezar al asesino de conejos, y de donde pudo salir vivo a diferencia de sus hermanos.

jueves, 1 de noviembre de 2007

El amor tiene una estrella blanca

te veo reir, pensando
ilusion, en tus ojos
barcos de papel, navegar
y aun habrá tiempo para mas


el amor tiene una estrella blanca
que es para los dos
si quieres volar, solo dilo
volaremos con mis alas

lo que quieras, haremos
jugaremos en la luna

nunca las noches nos opacaran
tu sonrisa siempre nos alumbrara
en un castillo, seremos reyes
y sera por toda la eternidad

martes, 23 de octubre de 2007

Te quiero… a veces

El televisor de la sala esta encendido y los dos estamos en el mueble frente a el. Yo miro el programa que tú pusiste, mientras tú duermes con la boca abierta, respirando fuerte pero sin roncar, con esa pesada colcha cubriéndote las piernas porque la chimenea no calienta nada.

No pasaran mas de tres minutos para que te despiertes de golpe, me mires y digas: “ya esta hirviendo el agua” y mientras yo intento seguirte la conversación, nuevamente te dormirás, respirando tan fuerte como tres minutos antes, con esa absoluta paz que muchas veces solo encuentro cuando te veo cabecear en ese mueble, en esas tardes, en esos momentos llenos de silencio.

Dos minutos después, te despertarás, te sentarás bien y me recomendarás que me vaya a mi casa porque ya es muy tarde y es peligroso que camine por la calle a esa hora, así sean las seis de la tarde. Me preguntarás varias veces si he ido a mi casa o si vengo de la universidad, me contaras varias veces más que el perrito es muy inteligente porque a las siete de la mañana “grita” para que lo saquen a pasear y que tus periquitos ya tienen frío y que tienes que ir a taparlos.

Me preguntarás varias veces también si es que he almorzado, si es que visto a mis hermanas o si mi mamá esta en mi casa. Seguramente conversaremos alguna tontería que nos dará mucha risa y dirás “ichitoso”. Me contaras de alguna noticia del periódico en el que un hombre se quiso “burlar” de una chica para “perjudicarla” y dirás “punejemplo” cuando quieras ilustrarme la noticia.

Seguiremos conversando y te preguntare: “¿Abue, tu me quieres?” y tu, achicando tus ojitos mientras juegas con tus pulgares me dirás: “A veeeces…”. Luego nuevamente hablaremos de cualquier cosa y comenzaras a cabecear, a respirar fuerte por la boca y sin roncar, y yo bajaré el volumen de la tele para escucharte cabecear, no dormir, solo cabecear, porque tú, según tú, nunca duermes en las tardes.

Hace tiempo, alguien colgó en la mesa del comedor un cuadro que curiosamente decía: “Abuelita, te quiero a veces”. Cuando lo leí me dio risa porque me acorde de todas las veces que le he preguntado si me quiere y me ha respondido “a veces”.

Pero luego de pensarlo y recordar todas las veces que se ha peleado con mis primos por guardarme comida aunque no vaya a almorzar a la casa, por todas las veces que me he sentido mal y ha salido a comprarme medicinas, por todas las guerras con migas de pan, por todas las veces que se ríe de la ves que me robaron mis zapatillas y llegue a la casa con unos zapatos gigantescos, por las veces que me defiende, por todas las veces que me repite las mismas preguntas, porque se ríe conmigo y de mi, porque me deja esconderme en su casa cuando estoy depre y no quiero salir ni a trabajar ni a estudiar, porque con muchos detalles me demuestra que su “a veces” no es un a veces, si no un siempre, siempre ha sido un siempre.

Por esa misma razón tome un papel, escribí grande la palabra SIEMPRE, y la pegué encima de ese “a veces” que decía en el cuadro, en honor a ese “a veces” que siempre sabremos que es un siempre.

lunes, 22 de octubre de 2007

Ayer estuve mejor

Cuantas cosas dejamos atras
cuantos juegos que ya no empezamos hoy
han muerto los momentos en cero
cada vez el tiempo es menos
Los momentos vividos quedaron atras
son sonrisas que vienen siempre al recordar
los cuentos de mi madre al acostarme
mi papá y sus rolling stones
Tardes de mataperro, jugar y jugar
son ahora noches, soledad y ebriedad
la inocencia que tenia antes al mirar
se va acabando en lagrimas...
Y aunque quiera
no puedo volver
quiero regresar
ayer estuve mejor...

miércoles, 17 de octubre de 2007

Breve filosofía amical

Recientemente me di cuenta que soy un mal amigo, un ingrato, y aunque en realidad se que no lo soy, hay ciertos casos en que si lo he sido.
Mis amigos están ahí y siempre van a estar. Siempre los tengo en cuenta y espero que siempre me tengan en cuenta a mí, lo que es un gran indicador para saber quienes son o no son realmente tus amigos.

En mi caso particular, clasifico a la gente que conozco en tres categorías: los conocidos, los patas y los amigos.

Los conocidos: El conocido es esa persona que cada vez que lo ves le levantas la ceja, le dices “hola”, le preguntas la hora, le pides un cuaderno para sacar copias o simplemente cuando pasas por su lado puedes hacerte el que revisa el celular para no tener que saludarlo.
Por lo general no hay una relación con esta persona que te lleve a hacer más de lo que dije antes. Es un ente más que existe y gira alrededor, pero de ahí no pasa. Si lo ves caer, te burlas y lo ayudas; si dice un chiste malo, no tienes que reírte por compromiso. No hay nada que te ate a esa persona.

Los patas: Con los patas el asunto es un poco diferente. Hay patas que siempre serán patas, porque simplemente no te interesa saber mas de lo que ya sabes de ellos; sin embargo hay patas que vienen escalando desde el nivel de conocidos y quien sabe si algún día llegaran a ser amigos.
Un pata es la persona con la que puedes salir a tomar un fin de semana, por lo general en grupo, y con el cual te diviertes mientras dure el grupo. Se puede conversar con el pero de cosas que en realidad no importan mucho. Los silencios incómodos aparecen y comienzas a mirar a diferentes lados para ver la manera de desaparecer sin que se de cuenta, aunque en realidad tu no te das cuenta que el trata de hacer lo mismo.
Un pata es el que te encuentras en los momentos que no tienes nada que hacer y se queda contigo hasta la hora que te tengas que ir o que el se tenga que ir. Un pata es esa persona que tienes en el Messenger pero no le hablas, aunque cuando lo ves siempre lo saludas gustosamente.
Se podría decir que el pata es un amigo del momento, como de esos que aparecen cuando acabas de cobrar y se te ocurre invitarle a uno de tus amigos una caja de cerveza, y cuando te das cuenta tienes en la mesa tres zancudos chupándose la caja que acabas de invitarle a otra persona.
Pero no hay nada peor que un pata que cree que es tu amigo. Al que te le acercas y te cuenta los problemas graves que tiene en su vida cuando a ti en realidad solo te interesaba pedirle prestado un cuaderno.

Los amigos: Los amigos son la parte más alta de la clasificación entre las personas que uno conoce.
Un amigo es el que cuando te llama y solo te saluda, ya no tiene que decir más porque por el tono de voz ya sabes cual es su estado de ánimo. Un amigo es el que te va a rescatar cuando te quedas botado en barranco porque te gastaste toda la plata que tenias tomando y encima llamaste por collect (paga el que recibe la llamada) para que cruce media ciudad y te recoja.
Una amiga es quien a pesar de no tener clases temprano, viene a la universidad a acompañarte todo el día para que no estés solo. Un amigo es el que se pierde el concierto de uno de sus grupos favoritos porque te encontró tirado y borracho en la pista el día de tu cumpleaños, y a pesar de tener la entrada te fue a dejar a tu casa y se quedo contigo en la puerta porque no tenías llave.
Un amigo es el que llama desde un teléfono publico de Murcia, a las 2 de la mañana, borracho y solo te pregunta como esta y te dice que en un minuto se acaba la llama… Un amigo es el que te falla mil veces a los ensayos, el que siempre llega tarde, pero cuando llega te olvidas al instante del porque estas renegando y comienzan a conversar de las cosas mas absurdas del mundo. Con un amigo no hay silencios incómodos.
Una amiga es quien te grita por teléfono cuando haces una tontería y no te atreves a ir a visitarla porque sabes que al menos por teléfono no te pueden pegar. Una amiga te advierte lo que te puede pasar cuando te metes con alguien que no es tan buena como aparenta ser, a pesar de ser su amiga.
Un amigo te deja grabar gratis en su casa, aunque seas pobre, tonto, gordo, cholo y no tengas eeeeeel pedal, laaaaa guitarra y laaaaaaa canción. Un amigo es el que te acompañan por Messenger en la noche hasta que termines tu trabajo, aunque sean las tres de la mañana.
Un amigo es al que después de no hablarle por meses, te sigue hablando como si hubiera pasado un día. Un amigo cambia su entrada vip de Silvio Rodriguez por dos generales para verlo desde lejos pero disfrutando con alguien que lo disfruta igual que uno.

Mis amigos me dicen: Jóse, Joselito, Joselo, Joche, Jochi, Josito, Xoshe, Jawi, Rojas, Gamarra, primo, gordo, pollo, feo, rorro, zorrendo, bebito, habla pe comparito, miradadedespreciolavacavoladoravaletododowntown@hotmail.com, ¡hijo anda a clases!, pobre, rorro sapiens, pendejote, tanque, gordona, bombardero, naco.

martes, 9 de octubre de 2007

JARG 26*02*96

Ya después de unos años tocando en conciertos, me puse a tratar de recordar cual fue el primero. Mire los volantitos que fervientemente guardo en mi caja de recuerdos y encontré el primero, el afiche en blanco y negro, esa fotocopia del día en que por primera vez me subí a un escenario a cantar una canción.

Aquel lejano cinco de octubre del dos mil dos fue el día. Al menos para mí, esa fecha la tenia clara hasta que ayer, escuchando una conversación ajena, descubrí que en realidad ese no había sido mi primer concierto.

Las historias de mis tías me mandaron al lejano dos de febrero del noventa y seis. Era el cumpleaños de mi primo y con mi caset nuevo de Green Day, daríamos el primer concierto de nuestras vidas.

Las guitarras eran unas paletas de frontón al revés, las cuerdas unos pedazos de lana que robamos de la maquina de tejer de nuestra abuela y por ultimo, la batería eran todas las bateas que encontramos en la casa, acompañadas por los palitos de tejer de una de nuestras tías para que sean las baquetas.

Recuerdo ahora bien, que nos paramos en la puerta de la casa y cobramos entrada, que nuestros tíos, entre gruñidos y sonrisas pagaron. Cuando teníamos todas las localidades vendidas, ósea la cochera llena de gente que venia a saludar a mi primo y que encima les cobramos para entrar, prendimos el tocacaset con el bendito Dookie de Green Day y empezó el concierto.

Recuerdo que a la primera canción todos aplaudieron porque no les quedaba otra, ya los habíamos atrapado a todos en la cochera. La segunda también la aplaudieron, pero a partir de la tercera, ya las caras eran de un aburrimiento total.

Mis dos primos y yo seguimos tocando en nuestro concierto durante todo el lado A del caset, que tenia si mal no recuerdo, siete canciones. Al momento que nos detuvimos para poder cambiar de lado el caset, todos aprovecharon para salir huyendo hacia la sala donde estarían a salvo de nuestra escalofriante performance.

Nos quedamos ahí callados, mirándonos y nos reímos. Comenzamos a recoger todo lo que habíamos usado para nuestro concierto y en eso mi abuelo se me acerco. Me tomo por el hombro y me dijo que le había gustado el concierto, que estaba seguro que el instrumento que yo toque sería la guitarra. Nos abrazo a los tres y entro a la casa para también disfrutar de la fiesta.

Esa misma semana, mi abuelo falleció. Un cinco de febrero del noventa y seis, tres días después de haberme dicho que estaba seguro que el instrumento que yo toque sería la guitarra, dos días después de haber bailado hasta cansarse en el cumpleaños de mi abuela.

Un veintiséis de febrero, algunos días después de la muerte de mi abuelo, mi abuela me llamó por teléfono porque quería que vaya a su casa y así lo hice. Llegue a su cuarto y ella aun estaba con los ojos rojos. No había parado de llorar después de la muerte de mi abuelo. Abrió su ropero y saco un estuche negro.
Me dijo: “Esto te dejo el papi”.
Yo mire el estuche y de pronto empecé a llorar más que ella. En mi cabeza retumbaba a mil decibeles la voz de mi abuelo asegurándome que el instrumento que toque sería la guitarra. La saque del estuche y en la parte de atrás del mango, encontré mis iniciales y la fecha en que me la iba a regalar, ese veintiséis de febrero al que él no pudo llegar.

jueves, 4 de octubre de 2007

E-song

Ya estaba a oscuras en mi cuarto y estaba por apagar el celular para dormir cuando llego su mensaje de texto que decía: “Te escribí un mail”
Sin importarme que fueran casi las dos de la mañana, salí disparado a prender la computadora para poder leer lo que me habías escrito. Octavia y yo habíamos terminado hace casi un mes y durante todo ese tiempo mis intentos por regresar habían sido infinitos.
Justo esa tarde nos habíamos encontrado en la calle. Según ella, fue una bonita casualidad, aunque yo bien sabía que la estuve esperando casi una hora en esa esquina que estaba seguro que pasaría.
La acompañe a su casa y hablamos un buen rato. Nos reímos, vimos un poco de tele y decidí irme para que me ruegue que no lo haga como solía hacerlo; pero no lo hizo. Hasta el momento todo había ocurrido dentro de lo que podíamos llamar lo normal, éramos simplemente un par de amigos que se encontraron de “casualidad” en la calle; pero como se dice siempre, la procesión va por dentro.
Esta no afloro hasta el momento de la despedida, en que al darte un beso me quede mirándola de muy cerca, casi pegado a su rostro. Cuando comencé a acercarme lentamente hacia sus labios, me separó con sus manos sobre mi pecho y me dijo: “Mejor anda rápido que se hace tarde”
Instante seguido cerró la puerta y me quede ahí mirando esos tres números de bronce clavados en su puerta. Camine lento buscando explicación a lo que hice, pero no la hallé. Llegué a mi casa a las ocho en punto y me acordaba de ella diciendo que me vaya rápido porque ya era tarde. Me deprimí y me encerré en mi cuarto.
Estuve sentado en mi cama sin saber del tiempo, mirando los cerros por la ventana, respirando tranquilo hasta que la intranquilidad llego por mensaje de texto al celular.
Por fin abría la página del correo. Decía un nuevo mensaje, el nombre era tuyo y yo estaba completamente emocionado. Todo el camino a la computadora había cantado en mi mente una canción que decía: “cuando será/ aquella vez/ que me digas/ quiero volver/ lo pensé bien/ y a tu lado/ me siento bien”
La seguia tarareando en la mente hasta que empecé a leer el mail y todo comenzó a perder sentido. Decia asi:

Hola Jose,
Fue bonito encontrarnos hoy día, la pase chévere pero creo que es mejor que nos dejemos de ver un tiempo, tu sabes… por lo que paso cuando nos despedimos… osea… mira, acepto que te quiero y que te extrañe, pero ya es hora de seguir adelante, no podemos mirar atrás y quedarnos ahí, todavía hay mucho por aprender, estamos recontra jóvenes, somos buenos amigos ahora y no quiero perder eso contigo.
Tu bien sabes que si te recuerdo y es mas, nunca te olvidare… tu has significado lo que nadie antes alguna ves significo para mi… estate seguro de eso, por eso te digo que pienses bien, esto ya no puede seguir, tiene que haber un punto final… por eso te pido que nos dejemos de ver…
Si me ves otra vez solo salúdame, no quiero que estemos como hoy y de ahí a la hora de despedirnos me mires denuevo como esperando que algo pueda pasar, lo siento pero creo que es lo mejor para los dos…
Bueno en realidad este mail era solo para eso… hay que dejarnos de ver…
Ya no tengo nada mas que decirte ahora, te prometo que es la última ves que te escribo… y si tu me escribes no te leeré
Perdon, pero es lo mejor
Octavia


Terminé de leer el mail y la canción que cantaba mientras venia a la computadora me hacia sentir como un tonto. Deje todo prendido y me fui a mi cuarto. Agarré mi guitarra, un cuaderno y escribí todo lo que me acorde de su e-mail en una hoja, completamente a oscuras, no solo mi cuarto sin luz, si no mi esperanza también.
Escogí unas notas al azar y la cante. Salí de mi cuarto casi a las cuatro de la mañana y la grabé. Se llama E-song, porque es casi todo su e-mail.

Por precausion he borrado algunas partes del e-mail que me mando Octavia, pero la escencia esta ahi.
Si a alguien le interesa, la canción esta en Internet.
www.purevolume.com/tiolucho
es la 4 de la lista

lunes, 1 de octubre de 2007

Esperanzas

no es lo que yo pensaba
tal vez anduve equivocado otra vez
haciendo mundos al revez

lo ves, nada esta dicho esta vez
sigamos pensando que no existe el destino
nada esta dicho para mi
lo que fue, no tiene por que ahora ser
se que hay esperanza aqui
y un poco es para mi

ahora sé, que no todo me va a ir mal
que tan solo queda esperar
que ya todo va a mejorar

aprendi en errores que hoy
no volvere a cometer
aprendi en lecciones que ya
quedaron en hojas atras

viernes, 14 de septiembre de 2007

El heredero de Paul Pots


He visto varias veces la noticia. Pavarotti murió y dejo una herencia. Mire la cifra varias veces, lo pensé en silencio, si no hubiera estado tan ocupado como en los últimos días, quizás hubiera contado de uno en uno para llegar a la suma que vi en la pantalla.

Cerré la versión on line del periódico y me dedique nuevamente a mi trabajo. Eso no duro más de diez minutos y ya estaba nuevamente en la computadora y mis dedos buscaban las teclas que finalmente me trasladarían al tan adorado e idolatrado You Tube.

Puse su nombre mientras recordaba en que momento me había comenzado a gustar ese tipo de música con voces tan gruesas y que en realidad, no entendía ni un poquito de lo que decían. Opera había escuchado que le llamaban, pero hasta hace poco nunca le preste atención.
Yo, que canto todo el día, estaba mudo. La boca abierta sin decir nada, aunque en realidad la tengo abierta todo el día. Es mi defecto de fabricación.

Después de unos 8 o 9 videos recordé por quien empecé a escuchar este tipo de voces. Rápidamente puse en You Tube Paul Pots y ahí estaba ese concursante con cara de que ya había perdido sin siquiera cantar, al que los jueces de solo verlo ya estaban esperando al que seguía, y el mismo que al terminar de cantar, puso nuevamente su cara de perdedor pero ya ante un publico de pie, totalmente entregado en aplausos y gritos, y ante los mismos jueces, que sorprendidos, ya lo consideraban un fuerte candidato a ganador del concurso.

Nuevamente abrí la pagina del periódico y leí esa cantidad que tantas veces ya me había dado la vuelta en la cabeza. Ilusamente, leí la noticia para ver si es que mi nombre aparecía en la lista de los herederos de Pavarotti, pero no era así. Me puse de pie, quise cantar pero no me atreví. No lo podría hacer por varios días después de haber escuchado al gordo barbón.

Me quede parado y sentí un poco de hambre. Abrí mi billetera y encontré un post it, una entrada pasada de un concierto, un preservativo viejo y mi D.N.I. Mire de nuevo la noticia y me di cuenta que no era el heredero de Pavarotti, si no que a las justas era el heredero de Paul Pots, y eso… , era su heredero, pero antes de que cante y gane los millones que gano en ese concurso.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Me acuerdo cuando no trabajaba.

Es viernes, son las 7:21 de la noche y estoy en una oficina a 3 metros bajo la superficie. Por mis oidos solo escucho esa voz gruesa, tan caracterisitica de los documentales con los que los profesores suelen torturarnos en las clases, y que ahora lo hacen en mi "tiempo libre" también.
Observo la puerta del cuartito de al lado, y por alguna razón espero que se abra y salga algo, o alguien, no importa si es un mounstruo de esos que mi abuela solia decir que estaban ocultos bajo mi cama, o si es una pelota, no importa lo que salga, con tal que salga algo para que haga mas divertido este cuarto lleno de videos.
Al menos tengo una computadora aca, aunque despues de muchas horas, el internet, tan vasto y extenso, tan rico en informacion, parece ser insuficiente para vencer el aburrimiento.
7:27 de la misma noche y el tiempo parece no pasar. Recuedo cuando podia pasarme el dia enteramente viendo televisión, jugando nintendo, dando vueltas en la sala de mi casa sin preocupación alguna, o smplemente riendome en la sala porque me tire la clase del día y disfruto el tiempo en blanco, en total vacio, en total cero.
Hoy me desperte a las 7 de la mañana, solo me da el tiempo para bañarme y salir hacia la oficina, que aunque me torture con su soledad me gusta en cierto aspecto.
Me gusta el hecho de no sentime inutil, aunque discos queme y queme, que al parecer de gran utilidad no lo es, aunque a la universidad parece importarle.
Sona las 8:02, acabo de malograr 2 dvds por estar escribiendo eso; sin embargo prefiero estar aca que riendome en mi casa sin hacer nada, prefiero estar aca que caminando en la calle sin saber donde me gastare el dinero que no tengo, prefiero estar aqui que dando vueltas por ahi, extrañando, pensando, blanqueando.
Ahora me acorde cuando no trabajaba, fue divertido pero ya no lo es.

lunes, 27 de agosto de 2007

Mi querido Quetzal


Esto es solo para recordar cuan importante fue, y en mi caso sigue siendo, el quetzal para muchas personas que conozco. Ayer en la tarde vi un disco con muchas fotos, y cuando lo termine de ver, sólo salí a dar una vuelta por la sala y el comedor de mi casa, de mi quetzal, de nuestro quetzal que hoy luce deshabitado.

Ya no hay mas esas noches de conversación de primos, con un bacarat y peru cola, hablando de nada y riéndose de lo mismo, fumando un cigarro, tocando una canción e inventándole una letra a la chica que nunca nos atrevimos a hablarle.

Ya se acabaron las épocas de los fines de finales, cuando los papysh se apoderaban de este antro para dar rienda suelta a la diversión, para zapatear con algún buen huayno de doble nueve o tomar cervezas con sabor a huevo podrido cortesía de la tienda de la señora saborsh y colorsh.

No hay tardes frías que vengan a irradiar calor frente a esta computadora, que justo en estas tardes de once grados, reclama su presencia. No hay las noches viendo animalitos en la tele, asegurando que en argentina las cosas son diferentes ni esperando la excusa absurda para venir a no hacer nada.

La petisala del quinto piso, cada vez mas sola, cada vez más triste, cada vez mas llena de ropa húmeda que se seca ahí porque en los cordeles se moja con la garúa de invierno. No hay las previas con la petifamilia antes de los conciertos en cailloma, ni los cumpleaños llenos de gente bailando néctar, aguamarina o armonía 10.

El albergue quetzalito también murió, y con el todos los que alguna ves fueron bien recibidos por esta casa con nombre de pajarito.

Acabo de ver nuevamente ese disco con fotos y me sigue partiendo el alma. He puesto el 1039 de green day y me he tirado la primera clase del día. Es casi medio día y, seguramente, voy camino a tirarme la segunda clase del día.

sábado, 18 de agosto de 2007

El primer amigo que perdí

Ya han pasado veinte años desde que conocí al que durante muchos años fue el mejor amigo de mi vida. Recuerdo que en esa mesa redonda donde habían varios niños desconocidos, tal vez tan asustados como yo, estaba Guito. Desde ese primer día nos hicimos amigos.
La preparatoria se hacia mas amena conforme pasaban los días. Nunca he sido muy adicto a las clases, por lo que me imagino que en esa época, con cinco años, no le prestaba atención como hasta ahora no lo hago.
Los recreos eran simplemente para caminar y dar vueltas. A esa edad, siendo los dos los especimenes mas pequeños del salón, los demás niños no nos tenían en cuenta a la hora de jugar fútbol, cosa que a ninguno de los dos en realidad nos interesaba mucho.
Malcriados nunca fuimos, pero si los mas inquietos y distraídos. Esa era la razón eterna usada por los profesores para separarnos y sentarnos a los extremos del salón. Nos distraíamos con facilidad y en cualquier descuido ya estábamos haciendo palomilladas.
Recuerdo haber inundado el patio del colegio porque quisimos sacar una manguerita que estaba detrás del water de un baño, que me imagino necesitábamos para hacer otra travesura; o sentarnos en el techo de su casa a dispararle a las ratas que caminaban por los cables de teléfono con su carabina de aire comprimido que años después, cuando ya no éramos amigos, me enteré que lo termino hiriendo en el pie.
En esas eternas tardes de pata perro, recuerdo cuando entrábamos a Wong, y entre las mil vueltas que dábamos mirando lo que había, íbamos escondiendo en el elástico de nuestros pantalones chocolates que luego íbamos a comer al parque y estallar en hiperactividad, al menos yo.
Una de esas tardes de sobredosis de chocolate e hiperactividad al cien por ciento, insistí en regresar por más golosinas, lo cual terminó siendo una idea fatal. Ya dentro de los pasadizos y con los elásticos llenos de chocolates, nos encontramos con Augusto Ferrando, el que siempre regresaba después del comercial, y decidimos seguirlo para pedirle un autógrafo.
Tan mala fue nuestra suerte, que los chocolates comenzaron a caernos por las piernas y un astuto trabajador del supermercado se dio cuenta. Terminamos en el almacén de la tienda, haciendo una interminable cantidad de ranas, planchas y vueltas con el dedo índice pegado al piso hasta vomitar los chocolates robados, por lo que comenzamos a ir a Maxi a conseguir chocolates después de eso.
Eso ya pasaba en la última etapa de nuestra amistad, como la ves que compramos ratas blancas en el puesto de palta del mercado, que en realidad vendía cohetones por lo bajo, y reventamos la mitad de la puerta de una vecina de Guito. Serenazgo nos persiguió, pero no pudo atraparnos. Terminamos cansados y tirados en un parque.
Ese año escolar terminaría y la tutora nos odiaría. La última revisión de salones reveló nuestras aficiones por el tallado en madera, pues con la punta de nuestros compases, habíamos rallado nuestras carpetas, lo que ocasionó que el director regañe a la profesora delante de nosotros y luego ella, en venganza, nos haga pasar al frente del salón y diga delante de todos que estaba segura que repetiríamos de año.
Al final su predicción no fue tan imprecisa pues Guito, faltando 3 semanas para que acabe el año, enfermó y no pudo dar los exámenes bimestrales. Lo acompañe hasta que dio el último de sus exámenes, cuando nosotros ya estábamos de vacaciones. El día que recogió las notas recuerdo a su mamá salir molesta de la oficina de la tutora, lo llamó molesta y el regreso a decirme que tenia que irse.
El verano recién empezaba pero su cara anunciaba que para él se había terminado. Horas mas tarde me llamó y me contó que había repetido de año. Trate de ir a visitarlo pero el se negó, y cuando le decía para salir su mamá no lo dejaba. Así acabo el verano para mi y no lo vi, como si lo había hecho los anteriores veranos de mi vida.
Empezó el año escolar de nuevo y nos vimos. Los más crueles del salón decían que tenía que ir a buscar a mi marido al otro pabellón porque era un bruto. Así nos seguimos frecuentando durante algunos recreos, hasta que un día deje de ir y el dejo de buscarme.
Sabía que en adelante iba a ser más difícil ver de nuevo al que había sido mi mejor amigo durante toda mi vida. Después de eso nos vimos un par de veces más ese año, y algunas veces más hasta que terminé el colegio
Yo ingresé a la universidad y un año después el ingresó a otra. De ahí en adelante me fueron llegando algunas noticias de él por el amigo de un amigo, o por el conocido de alguno de sus amigos. Luego a mi me echaron de la universidad y terminé estudiando en la misma que él.
En la facultad nos encontramos algunas veces, como en el colegio cuando ya no estábamos en el mismo salón. No pasaba de un apretón de manos y un saludo para nuestros padres y de ahí seguíamos adelante, cada uno por su lado, cada uno con sus amigos.
Ahora el terminó la universidad y yo todavía sigo estudiando. Se invirtió lo que nos paso en el colegio, y en uno de mis trabajos tenia que hablar sobre la amistad y me di cuenta que fue el primer amigo que perdí, a pesar de estar tan cerca, o al menos en la misma ciudad, esa amistad se diluyo.
Ya después mas amigos fueron apartándose de mi lado y regándose en países tan lejanos como España, Japón o Israel; sin embargo Guito siempre será el primer amigo que perdí.

viernes, 10 de agosto de 2007

Todo acabó

Si todo hubiera estado bien
no hubiera habido porque terminar
no existe un final feliz
feliz seria no terminar
el tonto sueño que algun dia
quisimos hacer realidad
ha desaparecido hoy
encontro su pronto final
y todo .. todo .. acabó

miércoles, 8 de agosto de 2007

El unico autografo de mi vida

Estábamos casi terminando la última canción. A pesar de no ser un grupo tan conocido, la gente ese día se había portado de las mil maravillas pues todos corrieron como locos, se golpearon, saltaron, escupieron e hicieron todo lo que era posible hacer en ese mar de gente apretujada en ese obsoleto local de la tan prostituta calle cailloma.
Al terminar la última canción grité por el micrófono que al costadito del escenario estaríamos vendiendo los discos que habíamos armado tan caseramente por nuestra cuenta.
No terminaba de guardar mis cables cuando mire al lado del escenario y bonita fue la sorpresa al ver que la gente se acercaba, compraba el disco, nos felicitaban y se iban felices con su disco en la mano. A los diez minutos ya no había discos. Entre nosotros nos mirábamos sorprendidos, aunque solo habíamos llevado veinte para vender, en realidad no pensábamos venderlos todos y mucho menos ver que gente seguía pidiéndonos a pesar que ya no habían.
Nos quedamos al lado del escenario contando la plata de los discos. Todos emocionados miraban y hacían cuentas en sus cabezas sobre las botellas de ron que podríamos comprar con lo que ganamos esa noche. Finalmente repartimos lo justo para cada uno y lo respectivo para el trago. En ese instante todos desaparecieron y me quede solo, sentado en el filo de ese escenario donde ya empezaban a sonar los acordes del grupo que seguía.
Me di la vuelta y sentado miraba a lo lejos a todos los del grupo que ya se juntaban para inaugurar el ron que habíamos ganado por primera vez con el sudor de nuestra música. Cuando ya me disponía a levantarme para ir hacia ellos y saborear este glorioso momento con sabor a ron, una mano me toco el hombro.
Miré y una chica con una mirada entre tímida y vergonzosa me pedía que por favor le firmara el disco que acababa de comprar. Yo, como casi toda la vida, con mi boca abierta y casi tan nervioso como ella, agarré su lapicero y el disco, no recuerdo que fue lo que puse y se lo devolví. Ella sonrió, me dio un beso, dijo gracias y fue suficiente para que la ame. La vi irse y la amaba más cada paso, cada segundo, cada respiración.
Cuando la mirada sin interrupciones se iba llevándose mis ojos con este amor encontrado en un concierto en cailloma, apareció mi enamorada. Me dio un beso y me dijo que todos me esperaban al otro lado, que era hora de irnos. Le tome la mano y caminamos hasta donde estaban mis amigos.
Ya mientras estábamos tomando vi a mi nuevo amor salir y la perseguí, pero ya no la encontré. Ella se llevo el único autógrafo que firme en mi vida, se llevo un garabato que ni recuerdo que decía y creó en mi una gran gratitud hacia ese local en la calle cailloma, donde tocamos algunos sábados mas de ese año, pero que nunca fueron igual que ese día.

lunes, 6 de agosto de 2007

Estado de ánimo: Ritalin

Mi primo sufre del síndrome de déficit de atención e hiperactividad, lo que me hace sentirme muy identificado con él. Recuerdo que de niño, porque a los doce años todavía se es un niño, era casi imposible sentarme en una mesa a hacer los deberes del día.
Según los psicólogos que visité, que fueron varios, esto se debía en algunos casos a cierto retraso mental, cosa que fue desmentida con un 132 en mi examen de coeficiente intelectual; mientras que otros sólo recomendaban una fuerte paliza para que me ponga en orden y me deje de majaderías. Gracias Dr. Rodríguez, si el mismo que salía en el programa de la suavecita.
A veces, recuerdo con nostalgia esas tardes tan divertidas para mí; pero insoportables para Hernán, mi tutor, a quien no negaré muchas veces logre sacar de sus casillas en mis horas de supuesto estudio.
La paciencia de este personaje era inacabable a pesar de todo, pues con la finalidad de que yo terminé mis tareas, muchas veces logré convencerlo de jugar interminables series de penales en la sala de la casa, que por lo general eran interrumpidas por los gritos de mi abuela quien se quejaba por las manchas de pelotazos en su pared; o simplemente los mismos gritos nos despertaban cuando lo convencía de hacer la siesta para poder prestar atención después.
Mi madre, quien la mayoría de las veces que intentaba hacerme estudiar terminaba agotada después de tanto perseguirme, decidió que lo mejor era que Hernán se alejara de mi lado como tutor cuando un día lo encontró en una silla, amarrado con el cable de teléfono, mientras yo jugaba nintendo en mi cuarto. El le contó que yo lo había convencido de jugar a los indios y que por eso lo había amarrado, sin pensar que lo dejaría en la sala amarrado durante un par de horas.
Esa despedida no fue difícil. Mi madre nos sermoneaba a los dos en la sala para decirme que Hernán, debido a que jugaba mucho conmigo, ya no vendría mas; mientras el se metía a la boca el chicle de broma que le había invitado un rato antes.
Se fue de la casa entre risas, con su boca de color azul. Me dijo que estudie y que no me distraiga; pero yo sabría que no podría, simplemente era así.
Termino el bimestre y desaprobé siete cursos. Mi mama habló con Hernán y él regresó a jugar fútbol conmigo en la sala de la casa mientras aprobaba mis cursos.
Hoy diez años después de eso, sentado en la misma sala, veo a mi primo hiperactivo sentado en el sillón con un par de casinos en la mano. Su estado de ánimo es el resultado de una dosis de Ritalin. Esta tranquilito, me mira, sonríe y nuevamente juega con sus cartas.
Una psicóloga hace un tiempo le dijo a mi madre que la única forma que yo aprenda es jugando y no con pastillas. Al parecer a mi primo no le hace falta una dosis de Ritalin, sino de Hernán.

sábado, 4 de agosto de 2007

Adiós Mafalda

El concierto empezaría en 2 horas. Para variar logré que todos lleguen a la hora indicada por el afiche, aunque bien en el fondo sabía que los conciertos en Lima nunca empiezan a la hora indicada.
Luego de las respectivas puteadas por parte de los integrantes del grupo, pues había interrumpido partidos de fútbol, salidas con sus enamoradas o simplemente llegaron temprano por las puras; salimos del local para buscar el siempre bien recibido traguito pre-concierto.
Caminamos en manda, hicimos la chancha en manada, peleamos por la decisión sobre lo que tomaríamos en manada y por último nos fuimos hacia la calle del frente felices, sin pelear, simplemente con las ansias de empezar a tomar y rotar los vasitos que nos empilarian para dar un buen concierto.
Por lo general tocamos en sitios a los que nuestros amigos mas cercanos no suelen ir; pero ese día el concierto era en miraflores, en el conocido y recorridísimo bowling de miraflores, el eterno apañador de tiradas de pera, de debuts taquísticos, cigarrísticos y cervecísticos, el lugar donde nuestros amigos; que no eran tan amigos para perseguirnos a los olivos, cailloma o villa el salvador; si se atreverían a ir.
Dicho y hecho, no pasaron más de 20 minutos para encontrarnos rodeados de una mancha de más o menos 20 personas. La euforia de ver a algunos patas que no veíamos en tiempo, hacia que las billeteras vomiten los últimos soles que teníamos guardados para comprar más trago.
Todos conversábamos felices y todos éramos amigos. Incluso aparecieron los amigos quienes pensábamos que era imposible que algún día nos vayan a ver. Los vasitos daban vueltas cual reloj suizo, a un ritmo casi perfecto y barriendo completamente el circulo alcoholizando a todos y cada uno de los participantes de la fiesta pre-concierto.
Cuando ya faltaba poco para el comienzo del concierto, el organizador cruzó la pista y nos pidió que por favor bajáramos al local porque la policía, que ya rondaba desde hace unos minutos, lo había amenazado con cancelar el concierto si es que al frente seguían “libando alcohol en la vía publica”, esa tan conocida frase usada por los policías a las afueras de los conciertos limeños.
Nos organizamos y emprendimos la caminata al local. A pesar de no ser más de 20, el laberinto parecía el de una procesión. Siempre con el trago la gente sube los decibeles de la voz, comienzan a gritar, a hacer escándalo, a pararse en medio de las pistas y bajarse el pantalón para que los autos paren de repente, etc., y algunos de los muchachos ya estaban en ese nivel.
Cuando llegamos al local, los del grupo recogimos nuestros instrumentos y nos fuimos cerca del escenario a cobrar nuestra recompensa por tocar, que era una deliciosa y refrescante caja de cerveza; mientras nuestros amigos se iban repartiendo en las mesas y haciendo alboroto lejos de nosotros.
Del concierto recuerdo poco, no tengo ni la menor idea de las canciones que tocamos, ni si sonó bien o mal. Al terminar el concierto, bajamos y seguimos tomando con nuestros amigos, la fiesta interminable del alcohol, a la cual le faltaba un final infeliz, porque no todas las fiestas tienen un final feliz.
Al salir del local, pues nos dirigíamos a seguir “libando alcohol en la vía publica”, un amigo tan sano cual cura de iglesia se ofreció a llevarse mi guitarra para que no me estorbe, a lo que respondí que no, que nadie me separaría de mi querida Mafalda, y que no me estorbaba, que mas bien me acompañaba.
Terminada la discusión, un grupo se fue a sus casas y otro grupo nos fuimos a seguir buscando una tienda donde vendan trago. Caminamos bastantes kilómetros hasta encontrar un grifo donde encontramos por fin algo que tomar.
La policía nos botó de varias esquinas, pero nosotros fieles a nuestra botella seguimos caminando y parando en diferentes esquinas, pues al final, en lima esquinas sobran.
Terminamos tomando en el paradero de la vía del medio de la Vía Expresa, abajo donde pasan los micros gigantes y amarillos, y donde alguna ves pasaron los gusanitos tan divertidos.
La noche avanzaba, las botellas se iban acabando, levantamos a los dormidos y caminamos un rato por ahí hasta poder tomar un taxi que nos lleve a nuestros destinos.
La ruta en el taxi se hizo larga. Uno a uno fuimos dejando a todos en su casa y finalmente nos dirigíamos a la mía, cansadísimo, borrachísimo, esperando solo llegar a mi cama para dormir mil horas.
Entre sin hacer mucho ruido a mi casa. Camine despacito por el pasadizo frente al cuarto de mis padres, llegue a mi habitación y sin cambiarme me metí a la cama.
A las once de la mañana desperté. Mientras estaba sentado en mi cama metí las manos en mis bolsillos porque hacia un poco de frío. En uno de los bolsillos encontré una carta.
Trate de recordar de quien podría ser hasta que lo recordé. Una amiga me la había dado porque otra amiga en común, que se fue de viaje hace mucho, se la mando a ella por que no recordaba mi dirección.
Empecé a leerla emocionado. Empezó con la típica de contarme su nueva vida, de darme su dirección para que le escriba y terminaba con un montón de preguntas, entre ellas, una sobre mi guitarra, mi tan querida y preciada Mafalda.
Al leer esa pregunta sentí un escalofrió. Me levante y trate de salir de mi cuarto pero me caí, fue cuando me di cuenta que todavía seguía borracho. Camine rápidamente hasta la sala y busqué en el mueble donde siempre dejaba mi guitarra pero no la encontré.
En ese momento el escalofrió se convirtió en una tembladera incontrolable. Recorrí todos los rincones de mi casa buscando a mi Mafalda. Busqué hasta en lugares que eran casi estúpidos como adentro de la chimenea, la ducha del baño de visita o sacando tierra de la maceta. Cabe tener en cuenta que como dije hace rato, seguía borracho.
Ya cuando me estaba dando por vencido salio mi madre de su cuarto. Me encontró llorando sentado en el piso de la sala. Se alarmo porque pensó que había pasado algo grave y se acerco corriendo a mí. Me abrazo y rápidamente me soltó porque el olor a trago era insoportable. Me preguntaba por que lloraba y yo no respondía, estaba seguro que se molestaría.
Me volteé a mirarla y le dije: “Deje a Mafalda en el taxi”. En ese momento empezó a gritar y maldecir por mi irresponsabilidad, o bueno, al menos yo creo que era eso sobre lo que gritaba por que en realidad no entendía nada, la borrachera se me iba desapareciendo de a poquitos y me senté a llorar en la escalera de entrada de la casa. Lloré y lloré hasta que me dormí.
Me desperté como a las tres de la tarde. Llamé a mis amigos para ver si es que alguien de casualidad se había llevado mi guitarra, pero bien en el fondo sabía que la había dejado en el taxi. Baje a la esquina de mi casa y me quede sentado en la vereda, esperando que el taxista regrese y me devuelva mi guitarra.
Anocheció y llego el guachimán. Se sentó a mi lado y me acompaño hasta la media noche. A esa hora me dijo: “Cholito, ya anda a tu casa, si es que el taxista aparece yo le pido tu guitarra y te toco el timbre”. Decidí creerle en ese momento, aunque sabia que nunca regresaría. Mientras subía las escaleras llore un poquito de nuevo.
A la mañana siguiente baje con una ligera esperanza de que el guachimán tenga mi guitarra, pero nada. Aun ahora después de algunos meses, paso por la caseta del guachimán mirando si adentro esta mi guitarra que el taxista vino a devolver cuando salí de mi casa.

sábado, 14 de julio de 2007

Cancion 9

Ya deben ser las 2
hace mucho que no veo el reloj
la noche pronto bostezara
y el silencio me gritara que no estas
y en mi cama yo aun espero
que por mi ventana vuelvas
y me digas: Hola, aqui estoy
lo que prometi ayer...
desde hoy voy a cumplir

Entre sonrisas me niego
la posibilidad de volver
pues yo se bien
que tu ya no
a mi lado volveras
a reir, a gruñir,
a decir que estas feliz
quizas una sonrisa te pueda robar
pero en ese sentido
ya me da igual ..