miércoles, 8 de agosto de 2007

El unico autografo de mi vida

Estábamos casi terminando la última canción. A pesar de no ser un grupo tan conocido, la gente ese día se había portado de las mil maravillas pues todos corrieron como locos, se golpearon, saltaron, escupieron e hicieron todo lo que era posible hacer en ese mar de gente apretujada en ese obsoleto local de la tan prostituta calle cailloma.
Al terminar la última canción grité por el micrófono que al costadito del escenario estaríamos vendiendo los discos que habíamos armado tan caseramente por nuestra cuenta.
No terminaba de guardar mis cables cuando mire al lado del escenario y bonita fue la sorpresa al ver que la gente se acercaba, compraba el disco, nos felicitaban y se iban felices con su disco en la mano. A los diez minutos ya no había discos. Entre nosotros nos mirábamos sorprendidos, aunque solo habíamos llevado veinte para vender, en realidad no pensábamos venderlos todos y mucho menos ver que gente seguía pidiéndonos a pesar que ya no habían.
Nos quedamos al lado del escenario contando la plata de los discos. Todos emocionados miraban y hacían cuentas en sus cabezas sobre las botellas de ron que podríamos comprar con lo que ganamos esa noche. Finalmente repartimos lo justo para cada uno y lo respectivo para el trago. En ese instante todos desaparecieron y me quede solo, sentado en el filo de ese escenario donde ya empezaban a sonar los acordes del grupo que seguía.
Me di la vuelta y sentado miraba a lo lejos a todos los del grupo que ya se juntaban para inaugurar el ron que habíamos ganado por primera vez con el sudor de nuestra música. Cuando ya me disponía a levantarme para ir hacia ellos y saborear este glorioso momento con sabor a ron, una mano me toco el hombro.
Miré y una chica con una mirada entre tímida y vergonzosa me pedía que por favor le firmara el disco que acababa de comprar. Yo, como casi toda la vida, con mi boca abierta y casi tan nervioso como ella, agarré su lapicero y el disco, no recuerdo que fue lo que puse y se lo devolví. Ella sonrió, me dio un beso, dijo gracias y fue suficiente para que la ame. La vi irse y la amaba más cada paso, cada segundo, cada respiración.
Cuando la mirada sin interrupciones se iba llevándose mis ojos con este amor encontrado en un concierto en cailloma, apareció mi enamorada. Me dio un beso y me dijo que todos me esperaban al otro lado, que era hora de irnos. Le tome la mano y caminamos hasta donde estaban mis amigos.
Ya mientras estábamos tomando vi a mi nuevo amor salir y la perseguí, pero ya no la encontré. Ella se llevo el único autógrafo que firme en mi vida, se llevo un garabato que ni recuerdo que decía y creó en mi una gran gratitud hacia ese local en la calle cailloma, donde tocamos algunos sábados mas de ese año, pero que nunca fueron igual que ese día.

1 comentario:

Germán Terán dijo...

ala... si se lo que es la gratitud del público, y aunque nunca grabé un disco oficialmente, tuve la oportunidad de firmar la guitarra de un niño que se me acercó un día en el colegio.

Es un momento especial... que siempre se recordará.