domingo, 6 de julio de 2008

¿Te quieres casar conmigo?

Luis está en su casa con las luces apagadas. Se sienten aun algunos olores que salen de la cocina y no hay mas ruido que el de sus pasos y el choque de la botella y la copa para el vino que en momentos se sentará a disfrutar en la sala.
Sentado mira el televisor apagado, parpadea lentamente y sonrie mirando nada, mientras va sacando el corcho de la botella.


Una ves destapado, se sirve en la copa y trata de sentir los aromas del vino, primero lo prueba, después lo huele y al final trata de mirarlo haciendo contraluz con la chimenea que aun tiene algunas llamas ardientes.
Mientras toma un album de fotos que esta en el cajón de la mesa de centro de la sala, recuerda aquel curso de vinos al que nunca se metió. Sonrie nuevamente y, tras el segundo sorbo, comienza a ver las fotos.

Ahi pasan sus primeros años, la típica foto de él desnudo, los disfracez que uso en el nido, algunos amigos del barrio con los que perdió contacto por completo y alguna que otra tía que lo quizo como si fuera su propia madre. Lo amarillo de las antiguas fotos parecen quedarse impregnada en la palma de sus manos, aunque él sabe que ese color se debe a sus problemas con el hígado. Divertida juventud que le dicen.

Del cajón de la mesita de centro siguen saliendo mas y mas fotos. Ahi encuentra las del colegio y los amigos de su promoción. Observa atentamente una en la que se encuentran todos. Uno a uno va repasando las caras de sus compañeros y mencionando en voz alta el nombre de todos; mientras hace eso sonríe porque se da cuenta que no tiene problemas de memoria pues se acuerda de todos.

Entres sus silenciosas sonrisas, encuentra una foto especial.

En esa foto salen él y Gabrielá, con la tilde en la “a”, como solía decir una canción de los Turbopotamos, aquel grupo que tanto siguió en su juventud rockera y alocada.

Como un flash, recordó todo en un instante. Recordó el lugar, que era una playa a la que solían ir a conversar la vida entera hasta que el sol se oculte, recordó la fecha, que era aquel 30 de junio del ya lejano dos mil nueve, y por último recordó olores, sentimientos y esa fecha tan importante para él, pues era su cumpleaños.
Con la foto en la mano siguió sonriendo. Recordó como eran los tiempos en esas épocas, cuando con Gabrielá sentía que tenía el mundo a sus pies y podían hacer lo que querían.

Mientras seguía sonriendo en la oscuridad de su sala, en ese 30 de junio pero ya del dos mil cuarenta y ocho, y mientras cumplia sesenta y seis años, sonrió de nuevo aunque comenzó a sentirse solo.

Miró nuevamente la foto y la sonrisa ya no apareció.

Recordó que aquella vez en la que se tomaron esa foto, le dijo sin haber sido nunca enamorados ni nada, sólo amigos, que quería pasar lo que le quedaba de vida con ella, que no resistiría verla andar otra vez con tipos que él sabía que no la merecían. Recordó aquel silencio incomodo que siguió a sus palabras y que sólo acabo con el beso que Gabrielá le dio, mientras le daba el abrazo que mas recordaría en su vida.

Recordó también como un año después, Gabrielá lo dejó en esa misma playa, pues sentía que la relación no avanzaba debido a sus ideas, porque Luis nunca había tenido en la cabeza la palabra matrimonio.

Recordó lo tonto que fue al dejarla ir. Después de eso se fue de viaje a seguir sus estudios pero siempre la tuvo en sus pensamientos.

Sus ojos empezaban a llenarse de lagrimas porque empezaba a sentir como el pequeño pero punzante bichito llamado soledad lo penetraba, cuando la luz de la sala se encendió y Gabrielá apareció y se sentó a su lado.
La sonrisa que tenia al mirar las fotos apareció de nuevo. Luis le mostró la foto y ella lo besó en la mejilla diciendo: “¿Te acuerdas de ese día?, y pensar que ya han pasado cuarenta años. Feliz cumpleaños cholito.”
Luis la miró como sólo se puede mirar a alguien cuando se ama. Le dio un beso y le dijo: “¿Te quieres casar conmigo?”

Gabrielá se quedo mirandolo, y sin decir nada le dio a entender que si, pues era algo por lo que había esperado toda la vida. Lo beso de nuevo y Luis se sintió como en aquella playa cuando le dijo que quería pasar su vida junto a ella, sin importar nada, sin importar todo, pensando que solo a su lado podría ser feliz

12 comentarios:

Cleopatre dijo...

lo primero que dije cuando termine de leer fue que hermoso.
debo confesar que pensé que terminaría en que no se quedaba con ella pero ya era hora de que sí.
oh dioz.
el amor.
(suspiro)
¿por qué el amor nos vuelve esclavos, de ellos y de los recuerdos?

U_U
ay el amor.

auch.

besito joselo!!!!
hay q salir en finalito con la marucha.

mua!

Gisel dijo...

me sono a "A las orrillas del rio piedra me sente y llore (:"

Gisel dijo...

y por cierto
buennnn possst!

ando... dijo...

por fin un final feliz joselo...
muy agradable, ligerito como sólo tú los haces
un abrazo

Rolando Escaró dijo...

muy buena historia

a veces el pasado nos ayuda a ver con claridad el futuro

Raúl dijo...

muy buena .. si pes se penso que no se quedaban juntos ... pero bueno nunca es tarde para casarse y la felicidad es obvio que no depende de ello ...

LiterataRoja dijo...

Yo tambien pense que el final iba a ser triste... tarde pero seguro, llega la felicidad!

El perro andaluz dijo...

Muy bonito, pero igual, no atraco el matri:)

Cleopatre dijo...

ahora ya carece de síndrome...si te contase u_u se me esta haciendo el vivo ya!
ptm!
yo me enamoré del "otro yo" no de ese de ahora.

no sé a donde va a parar esto, en serio necesito un consejo y tb una entrevista por msn aunq sea...pa periodismo ya pe!!!

jojo

xD

te adoro mientras tanto sigo oyendo a bon jovi con nadie te amado T_T (maldito amarillo me rayas el cerebro T_T)

Elmo Nofeo dijo...

Un buen amor perdura por siempre.

Puede que sea tarde para algunas oportunidades, pero nunca es tarde para el amor.

LiterataRoja dijo...

El 18 de julio de 1994, a las 9:53 un coche bomba destruyó la sede de la
AMIA (Asociación Mutuales Israelitas Argentinas) ubicada en Buenos
Aires. La explosión mató a 85 personas e hirió a otras 300. Catorce años
después, continua la impunidad, pero también el reclamo de justicia. Desde mi blog,
mi poema grita, apoyando esta causa. Espero que nos acompañes.

Maria Vanessa dijo...

Ohh yo tb me quiero casar (mentira universal nº2)

Como siempre, me encantan tus historias =)

Besos!